domingo, 26 de junio de 2011

Asi las cosas


Tengo la tintura en la cabeza. Nada me aburre más que hacerme el ‘color’. Do it yourself, yet again. Le buscaría el lado positivo al doityourselfismo pero no soy de esas. Positivas, digo. No me gusta el olor y nunca me gusta como queda cuando esta recién lavado. Me gusta más cuando el color se gasta. 

Hoy Simón se fue a un Camp por una semana otra vez. La semana pasada estuvo en Galveston, en un ‘surf camp’. Dos días en casa y se volvió a ir, otra vez, contento. Es amiguero y sociable. Me encanta. Vuelve contento. Le gusta. Algo debo estar haciendo bien. Ahora se va a “El Rancho Cima’ (‘Eul Rhanchou Cimah’), en las sierras tejanas, al lado de un río. Vuelve cansado, quemado (aunque le mando tres pomos de protección solar treinta, que no usa) y sucio. El me dice que se baña, imaginate, sin jabón, ni se debe lavar los dientes. Le mande una botellita tamaño viaje de enjuague bucal (asi por lo menos si no se lava los dientes se los enjuaga?) y le dije: ‘escóndelo en el bolso’, no vayan a creer los Camp Liders que soy una loquita. La última es mamarse con el Listerine. Tomate un litro de enjuague bucal sabor a menta fresca…. Uf… too much. 

La otra se queda acá conmigo. Contenta de jugar a ser hija única por una semana. Esta también es sociable pero nunca quiso ir a un sleep away camp. Se fue una semana a Washington DC con un grupo y después diez días a Florida con una amiga. Nada de dormir en un catre, bañarse con agua fría y estar expuesta a los elementos naturales veinticuatro horas al día. No.

Son tan iguales pero tan distintos. Me divierten un montón, cada uno a su manera. Los parí yo. A los dos. 

Haciendo los ultimos preparativos para el Camp. 
 
 El que vive descalzo. Usa las zapatillas desatadas porque es mas rapido para ponerselas cuando la situacion lo requiere.
 Yo que ando chancleteando con la uña cachada y sin animo de visitar a las chinitas...
 Esta, la mayor.
 La que se graduo de Middle School con honores.


jueves, 16 de junio de 2011

Todo se transforma

Desde que nací hasta que me case a los veintiséis años viví en el mismo barrio. Si hoy paseas por ahí no podes imaginarte que hace treinta años había casas con terrenos grandes, calles de tierra y vacas en los terrenos donde no había construcción. Por las tardes se regaban las calles para que los autos no levantasen polvo y cada tanto venia un camión que volcaba pedazos de platos y loza rota para formar un capa sobre la tierra. Nosotros, los más chicos, nos pasábamos horas buscando tesoros y cada tanto encontrábamos un plato o una taza entera. En algún momento llego el asfalto y se acabo la magia, pero pudimos ponernos los patines y salir a rodar por las calles como hacían los chicos en otros barrios. Se armaban grupos de chicos, divididos por edad. Los más chiquitos por un lado, los más grandes por el otro y el de los adolescentes con sus motos y patinetas en la esquina de Don Bosco y Lynch. Andábamos todos por las calles en nuestras bicicletas. En verano lo hacíamos en traje de baño y remera y cuando nos cansábamos o teníamos calor parábamos en la casa de alguno y nos zambullíamos en la pileta. Las puertas estaban siempre abiertas y las madres estaban siempre listas con las galletitas y el nesquick. Para mi frío por favor.

Mis primos vivían en el centro. Ellos decían Buenos Aires, nosotros centro. Cuando venían los domingos a comer asado o a tomar el te, hablaban de la quinta. Yo no entendía, porque para mí, ‘la quinta’, era mi casa. Al centro íbamos una vez al mes, o menos. Mi mama nos llevaba para ir al dentista o al Italpark. También nos llevaba cada seis meses a control con el pediatra y con el psicólogo. Ninguno de nuestros amigos iba a control con el psicólogo, solo nosotros. A mi me gustaba porque era una sesión de juegos. Tenía un cuarto lleno de juguetes viejos y usados.
No es que no hubiese médicos en zona norte. Teníamos un pediatra que venia a casa cuando nos enfermábamos, el Dr. Hernán Walter Martínez, y a mi me encantaba, con sus corbatas tejidas, su pelo engominado y sus recomendaciones de tecito, criollita y sertal o la bendita seven up batida para sacarle el gas. Pero mi mama decía que los medicos del centro eran mejores (como si no hubiesen estudiado todos en la mismisima y unica Universidad de Buenos Aires). Con el paso de los años ya no nos llevo más a control en el centro y nos quedamos solo con el Dr. Martínez.
Los viajes al centro eran especiales. Un evento. Había que ponerse el mejor vestido, zapatitos blancos de tirita y medias tres cuartos. Una vez que salíamos de tal o cual consultorio mi mama nos llevaba a una confitería y nos compraba un tostado de jamon y queso y una cindor, yo prefería tostado de queso solo y una agua tónica. También pasábamos por la oficina de mi papa. Yo me sentaba en su sillón, hablaba por el interlocutor y practicaba mi firma. Si. Era todo un evento. Me acuerdo de acostarme en el asiento de atrás de la rural falcon y mirar los edificios pasar. Para mí, era como Ciencia ficción.

Me acuerdo de la Unión Vecinal peleando para que no pongan  cordones en las calles.
A medida que pasaron los años los terrenos se dividieron, las calles se achicaron, se llevaron las vacas, cerraron las huertas y los pozos de agua fueron reemplazados por agua corriente. Las casas tuvieron que cerrar las pertas con llave, poner alarmas y cercos altos con portones eléctricos. La magia se fue pero los recuerdos siguen grabados en mi memoria. Eso si, las calles todavía no tienen cordones.










sábado, 11 de junio de 2011

Las Amigas

Últimamente el tema amigas anda rondando mi cabeza. Creo fervientemente que las amigas te calientan el alma, te oxigenan la vida y te planchan las arrugas de la cara.
Estoy pasando un periodo en el que extraño a las amigas, pero no necesariamente a mis amigas. Extraño la sensación de la amiga. Acá las minas están a mil. Siempre tenes la sensación de que tienen que estar en otro lado. El siguiente en la lista.
La semana pasada, por ejemplo, nos juntamos a tomar algo en un bar. Nos juntamos a eso de las siete, para las ocho y media (que acá es como las diez y media en Arg) a la mayoría les había agarrado ‘ese’ apuro y se empezaron a poner nerviosas, agarradas a sus carteras. Hasta el momento nos habíamos estado riendo a pata suelta. Yo tenia ganas de decirles: “Me queres decir a donde te tenes que ir a esta hora?” Pero me calle. Es así si almorzas, si tomas café o si vas a un bar. Siempre están apuradas. Quien las corre? Porque no se pueden relajar? Porque no se lo permiten? Es así en todos lados? O sólo en la ciudad? Es como con los hijos. Hay que llenarlos de actividades. Tienen que tomar clases de piano, de dibujo, de origami, jugar baseball, football, basketball, etc. Todo junto. Una clase detrás de la otra. Así después cuando son grandes tienen la misma sensación de apuro que los padres. En el verano tiene que ir a un Camp detrás del otro. Esta mal visto que duermas a pata suelta hasta tarde, flotes en la pileta y mires TV hasta las mil horas de la noche. Me miran absortas (yo creo que en el fondo, un poco, me envidian) cuando me preguntan que van a hacer los chicos durante las vacaciones y yo contesto un par de Camps y después verse con amigos y ‘just lounge’. Me dan ganas de decirles: “Señora el ocio es importante!”.
También esta Ceci, mi amiga argentina que vive acá. Es mi amiga telefónica porque trabaja full time. Ella esta apurada y ocupada, pero con fundamento. Trabaja muchas horas por día. Igual estamos en sincro, nos queremos y nos acompañamos. Cuando logramos juntarnos es una catarata de palabras y carcajadas.
Me pregunto si volviese a Argentina mis viejas amigas seguirian siendo mis amigas. La distancia, la perspectiva, las distintas experiencias abrieron un abismo entre nosotras. No se. Yo ya no soy la minita de San Isidro que fue a colegio pretencioso de pollerita escocesa que no sabe que hay un mundo más allá de la panamericana. Hay cosas que ya no entiendo y otras que me irritan hasta decir basta. Tal vez si. Tal vez la comodidad de las viejas amigas, los recuerdos y las risas compartidas cierren ese abismo. A lo mejor todo vuelve. Quien sabe.
Tengo una amiga, muy amiga, Amichi del Alma, con la que eskaipeo de vez en cuando, pero tampoco. Se abrió un abismo. No se cuando ni como. No te das cuenta y la vida te pasa. Nos queremos mucho pero ya no nos importamos tanto. De los dos lados. Tal vez sean los tiempos que estamos viviendo. Distintos, profundos, pero de cada una. Se entiende? Sin querer, no hay espacio para la otra. Nos miramos sin vernos. No me preocupa. No duele. Creo que nos vamos a encontrar cuando seamos viejitas y lo esencial va a estar ahí. Nos vamos a mirar a los ojos y nos vamos a ver, otra vez.
Mientras tanto me conformo con las apuradas, mi amiga telefónica y con mi mama, que ahora es mi amiga y no esta apurada.
    

miércoles, 8 de junio de 2011

Target, un paseo obligado.

Y si, todos los caminos conducen a Target. Si tuviese que elegir una sola tienda en USA, seria Target. Puedo prescindir de todas las otras, pero Target es una parada obligada en cualquier ocasión. Cumpleaños, Navidad, Valentine's, Halloween, etc. Acá encontras uniformes, útiles escolares, herramientas, juguetes, cosas de bazar, bombachas, muebles, libros, música, sabanas, espejitos de colores. Todo.















martes, 7 de junio de 2011

Querido Blogger:

Ponete las pilas! No puede ser que no pueda dejar comentarios ni siquiera en mi propio Blog. Ayer, por ejemplo, pude comentar sin problemas. Hoy no.

Atentamente (si estuvieses andando bien te hubiese dicho 'con cariño', ponele),

Barbara
(a.k.a Bubu)